domingo, 8 de enero de 2012

Clorosis: un caso de violencia institucional

"La dama clorótica", Samuel van Hoogstraaten, 1667
La clorosis, supuesta enfermedad creada por la profesión médica a lo largo de cuatro siglos (desde el S. XVI hasta la década de los años 30 del S.XX), acabó fulminada de una forma radical. Pero ¿qué misterio hubo?. ¿Una enfermedad extendidísima (sólo entre las mujeres) puede desaparecer sin más?

Se consideraba una enfermedad crónica que afectaba a mujeres jóvenes vírgenes (14-24 años), aunque también se podía encontrar en otras fases de la vida, como embarazo y menopausia. Se llamó de diferentes formas: "enfermedad verde", "enfermedad de la virgen", "mal de amor".

"La dama clorótica", Samuel van Hoogstraaten, 1667 (detalle)

La clorosis se caracterizaba por una mezcla heterogénea de signos y síntomas, variables con cada autor, y que, agrupados son:

  • Palidez, que va desde el rostro hasta todo el cuerpo.
  • Color amarillo-verdoso de la piel (como no todos veían esta coloración verdosa, que daba nombre a la enfermedad, decidieron que se trataba de una metáfora)
  • Hinchazón de las cara
  • Pesadez corporal
  • Tensión y lasitud en extremidades inferiores
  • Edemas en los tobillos
    Jan Steen (1658-1662)
  • Hemorragias nasales
  • Dificultad respiratoria
  • Palpitaciones
  • Dolor de cabeza
  • Somnolencia
  • Transtornos del apetito: por exceso (bulimia/obesidad), por defecto (anorexia) o por tendencia a ingerir cosas nocivas (como tierra)
  • Amenorrea (desaparición de menstruaciones) o dismenorrea (menstruaciones dolorosas)
  • Aspecto corporal: extrema delgadez, corpulencia normal o una obesidad
  • Dispepsia
  • Sofocaciones
  • Dolores difusos
  • Reducción de la libido
  • Alteraciones del tracto intestinal
  • Lipotimias
  • Tristeza, nerviosismo, irascibilidad, dificultad para concentrarse, tendencia a la hipocondria, frecuentes ganas de llorar...

Todo este arsenal de síntomas y signos ¿pueden dar algún sentido a una enfermedad concreta?

Jan Steen "Mujer enferma" 

¿Quiénes eran sujetos susceptibles?

La teoría era que sólo lo sufrían mujeres jóvenes y vírgenes. Sin embargo también se encontró en mujeres casadas, con hijos y en hombres. Este último caso contradecía toda la teoría de género inventada, por lo que unos decidieron que no podía tratarse de la misma enfermedad, y otros lo resolvieron argumentando que se trataba de varones jóvenes, delicados y débiles (afeminados), incluso hubo quien dijo que tenían ocupaciones "mujeriles".





Historia de la clorosis:
  • El primer escrito con la descripción fue en 1554, por J. Lange: "morbo virginea" ("propio de las vírgenes").
  • Se nombra como clorosis en 1615, por Varandal (chloros=verde, del griego): "enfermedad verde entre las mujeres histéricas".
  • A finales del S. XIX es vista como una enfermedad crónica.
  • A lo largo de estos años van surgiendo dos teorías diferentes
  1. Causada por una alteración en la sangre: se ve como una anemia que afecta a las mujeres debido a su condición ("la mujer es una flor que se marchita con pasmosa rapidez, cuando de ella se apodera la Clorosis"). Se considera que surge por factores como la falta de hierro, mala higiene, mala alimentación... factores cualesquiera que en las mujeres, debido a su debilidad, acaban con esa enfermedad.
  2. Causa psicológica: debido al mito de la virginidad, con deseos y sentimientos reprimidos, perversiones disfrazadas de inocencia (enfermedad "hysterical").
  • A principios del S. XX va disminuyendo el interés, y pasa por verse como una "pseudoclorosis", para terminar como la "consecuencia de una enfermedad" (no como enfermedad en sí misma), causada por infecciones (muy probablemente tuberculosis), por alteraciones hormonales (ovarios, tiroides), úlceras gastrointestinales, déficit alimentario, endocarditis...
  • En 1936, F.M. Fowler escribre sobre su desaparición.
  • Finalmente, se ha concluido que se trataba de anemia hipocrómica.


    Tratamientos que se aplicaban:

    Jan Steen "Visita del doctor"
    • Píldoras de hierro
    • Sangrías
    • Pediluvios
    • Recomendaciones dietéticas
    • Mejoras en la calidad de vida
    • Matrimonio (y sobre todo, embarazo) o la resignación ("[...] si obstáculos insuperables se oponen a una unión vivamente deseada, las consoladoras ayudas de la amistad, los viajes de larga travesía y todo tipo de distracciones se convierten en necesarios a las cloróticas para superar una pasión que no puede ser satisfecha").
    • Descargas eléctricas en el útero (se recomendaba perseverancia si con la primera no se obtenían resultados). Un cirujano experto en mecánica diseñó un instrumento para ello en el S. 19.
    • Sangrías en la vulva y vagina con sanguijuelas
    • Irritantes fuertes en las paredes de la vagina. "[...] diez gotas de líquido volátil [amoníaco] mezcladas con dos cucharadas de leche caliente. Aplicaba aquello tres o cuatro veces al día [...]. Esta mezcla volátil, altamente estimulante [...], si se inyecta en cantidad apropiada en la matriz o solamente en le canal de la vagina se apresta para produción de orgasmo.". La realidad era otra: las mujeres no sentían ningún placer, más bien un gran dolor y el lógico abandono del tratamiento.
      Jan Steen "Visita del doctor"


    ¿Quiénes se beneficiaban de todo este sin sentido?

    • El patriarcado, pues era una forma más de control hacia las mujeres y con la recomendación del matrimonio y la cópula.
    • La profesión farmacéutica, con la elevada venta de píldoras de hierro ("el negocio del hierro").


    Análisis desde el género:

    La visión que la medicina ha tenido de las mujeres está teñida de discriminación de género. Se la ha visto débil, frágil, y muy limitada por sus genitales. De hecho, la palabra histeria viene de útero. La mujer era la enfermedad misma. Hoy no ha cambiado demasiado esta visión, asunto palpable para muchas de nosotras, que tenemos que sufrir de parte de los médicos, con demasiada frecuencia, diagnósticos de "nervios" (ahora se dice "causas psicológicas") en patologías orgánicas claras. Ésto fue intenso en el siglo XIX, época victoriana en la que las mujeres debían ser delicadas, sacrificadas, entregadas... y embarazadas.

    Y precisamente fue en este siglo cuando se escribió más sobre la Clorosis y cuando pareció que esta "plaga" se extendió más. De hecho, fue uno de los problemas de salud de los que más extensamente se habló en la literatura médica.

    Si hacemos un análisis social con perspectiva de género, y vemos cuál era la condición de las mujeres podremos comprender mejor todo ésto. Con esa moral tan sumisa y reprimida, las tareas que muchas mujeres tenían que hacer ya desde jóvenes, las malas condiciones de higiene y alimentación, y el corsé, que extrangulaba el tronco de una forma inhumana (y que también se comentó como una posible causa), no es de extrañar que las mujeres, más que los hombres, padecieran de anemia, de astenia y de depresión.

    Por otra parte estaban los mensajes contradictorios que las mujeres tenían que interiorizar. Así, por ejemplo, se decía que su estado mejor es de casadas y con hijos. Que el matrimonio resolvía la clorosis, porque con las relaciones sexuales se estimulaba el aparato genital y afluía la sangre hacia él. Sin embargo, la masturbación se consideraba como otra posible causa de la aparición de esta enfermedad.

    ¿Por qué se intensificó tanto el estudio y difusión de la clorosis en el S. XIX? Parece que influyeron dos factores:
    1. La influencia de la moral victoriana que se extendió por Europa proveniente de Gran Bretaña.
    2. La influencia del sufragismo y del feminismo de EEUU, que provocó una reacción antifeminista por parte de los varones médicos para evitar el cambio de vida que las mujeres empezaban a buscar, tratando de mantener un control sobre ellas.

    "Las exaltadas modern-style paren mal y son pésimas madres".

    "Yo creo que el punto más importante para los médicos es que ellos se formen un claro concepto del cerebro o sea del estado mental de la mujer, y que comprendan bien el significado y el valor de su deficiencia mental; y que ellos pongan en acción todo su poder para combatir en interés del género humano las tendencias contra natura de los feministas. Se trata aquí de la salud de la gran masa que está comprometida en la perversión de la mujer moderna... Así, pues, nosotros, médicos, debemos asumir la misión de aconsejar bien y de amonestarlos a ese propósito; el porvenir vendrá a dar la razón a nuestra obra". (Paul Julius Möbius (1853-1907)

    Como dice Juan L. Carrillo:

    "Es evidente que el ´soberano´ remedio para la clorosis fue un asexualidad medicalizada que dotaba al pene y al esperma de un alto valor terapéutico y que ponía la curación de las mujeres en el territorio de los hombres, con lo que la idea de la dependencia quedaba enormemente reforzada".

    "La tradición literaria había presentado a la mujer clorótica como pálida, delicada, sensible y lánguida -en general era un arepresentación de la smujeres púberes- que inspiraba simpatía, ternura y deseos de ayudarla y el matrimonio era la mejor ayuda que podía prestarle un hombre".

    Causas posibles de su desaparición:

    • La desaparición de las sangrías.
    • La mejora del diagnóstico (tuberculosis, alimentación insuficiente, problemas hormonales...)
    • La emancipación de la mujer (Clark W. Heath y Arthur J. Patek, EEUU)
    • Mejora de la higiene y de la alimentación.
    • Mejores condiciones laborales de quienes se dedicaban a servir (además de cuidar de sus criaturas)
    • Adopción de prácticas de deporte, que se creían sólo par a los hombres, que no requerían ser delicados.
    • Desaparición de la difusión masiva profesional.

    De todas formas, y aunque resulte arcaico, indagando por internet he podido comprobar que la clorosis no ha desaparecido del todo del mundo (¿o de la fantasía?) del campo médico. De hecho, sigue en diccionarios médicos... y formando parte del grupo de enfermedades raras en alguna clinica (en concreto de Málaga). Es fácil comprobarlo.


    Y con toda esta información podemos preguntarnos lo que ya se cuestionaba Gregorio Marañón en 1936 (médico mada sospechoso de feminista): 

    "[...] esta enfermedad, que ha figurado en millones de diagnósticos de médicos clásicos; que ha influido tanto en la vida de la mujer -y por tanto del hombre- durante varios siglos; que ha enriquecido a tantos farmacéuticos y propietarios de aguas minerales; que ha hecho exhalar tantos suspiros de jóvenes enamoradas y movido la inspiración de tantos poetas; si la clorosis, en fin, no ha existido jamás".




    Fuentes consultadas:


7 comentarios:

  1. Me parece bien lo que dices, y se me ocurre que podrías relacionarlo con esa "afición" médica de poner nombres, etiquetar, a un conjunto amplísimo de síntomas, creando así síndromes y enfermedades, vamos como el "síndrome pre-menstrual", la "depresión pos-parto", "el síndrome del nido vacío", "pre-menopausia", trastornos de la menopausia... Curiosamente, estos síndromes son un tanto cajón de sastre de síntomas muy diversos que pueden tener diversas causas, entre otras, evidentemente, las de la forma de vida a que está sometida la persona que los sufre... y que se manejan efectivamente para "demostrar científicamente" lo que se quiere demostrar y reforzar la imagen de la mujer que interesa divulgar. Es interesante también que no son tan frecuentes síndromes de tipo parecido aplicados a los hombres. ¿Te imaginas que existieran: "el síndrome pre-prostático", "la ansiedad pos-paternidad", "el síndrome pos-bajada de testosterona" o "síndrome pos-prostático"...

    Otra cosa, en esos cuadros que incluyen hay muchas referencias simbólicas al tema del "útero viajero", cuya colocación cerca de órganos vitales provocaba síntomas de asfixia, ahogos, desmayos, etc. Por ejemplo, en algunos se aprecian los pebeteros que colocaban con sustancias aromáticas para que el útero, que debía tener un olfato maravilloso, se desplazase atraído por los aromas. Por ejemplo, en caso de ahogos, se decía que el útero estaba demasiado seco (por falta de relaciones sexuales, por supuesto dentro del matrimonio) y por eso se iba hacia arriba, así que se ponía los pebeteros en el suelo para hacerlo bajar. También es frecuente que haya instrumentos musicales u otros objetos cuya forma recuerda la del pene y la vagina. Esa creencia en la capacidad de trasladarse del útero venía desde Hipócrates y seguía vigente muchos siglos más tarde.

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    1. Gracias, Pilar. Con tus conocimientos podemos conocer más de estas "enfermedades" que el patriarcado nos ha adjudicado.

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  2. ¡enhorabuena por este artículo!
    es muy completo! gracias!
    la fmp ha publicado un informe sobre “La salud sexual de las mujeres victimas de la Violencia de Género”

    http://www.fmujeresprogresistas.org/es/sala-prensa/publicaciones.html

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  3. Chicas, estoy haciendo mi tesina sobre un tema relacionado con esto y, la verdad es que tu artículo me ha venido genial! Gracias

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  4. Yo siempre he creído en la pitopausia....

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