miércoles, 4 de enero de 2012

Salud como libertad


Salud como libertad


Este blog pretende ser un acercamiento con mirada de género a la salud. Descubrir diferentes estadísticas de morbilidad y de mortalidad en mujeres y en hombres abre un campo fascinante para comprender muchas cosas. ¿Son diferencias biológicas? ¿Son provenientes de las diferentes formas de ser, de actuar y de estar en el mundo según los patrones sociales? ¿o el resultado de la preponderancia que tiene el género masculino, considerado como prototipo, como lo general, respecto de la minusvalorización que se les da a las mujeres, vistas como lo particular, la excepción, "lo otro"?

Mi inspiración ha venido de la lectura de un libro escrito por una médica: Carme Valls-Llobet. Su título es "Mujeres, Salud y Poder", por lo que muchas de las cosas escritas aquí son extraídas de él. Además participa en una revista interactiva llamada "Mujeres y Salud", que se puede descargar en internet, e investiga la salud con perspectiva de género.

Podemos comenzar preguntándonos ¿qué es la salud? El concepto de salud ha ido cambiando a lo largo de la historia, generándose tres modelos o formas de ver la salud:
  • La OMS la definió en un principio la salud como ausencia de enfermedad (enfoque biomédico). Este planteamiento es muy pobre, porque, vale, no tengo ninguna enfermedad. Pero ¿me siento bien, vital, estoy satisfecha con mi vida?
  • Más tarde amplió esta definición como un estado de bienestar físico, psíquico y social (enfoque positivista). Yo añadiría bienestar espiritual, y lo llamaría enfoque ideal, dada la exigencia de perfección que conlleva.
  • Salud como libertad: capacidad de decisión de la persona, empoderamiento y acceso a los recursos para tener una vida más saludable.

La mayor parte de los conocimientos médicos vienen de las patologías masculinas. Esto es debido a que inicialmente, el modelo de investigación (y tratamientos) de la Medicina, parte de la idea de que la enfermedad no tiene sexo, de que todas las personas enferman de igual modo, sin diferencias en función del sexo, de la biología, ni del entorno social que tiene cada persona o colectivo.Así, a partir del estudio de los varones, se generalizó a toda la población.

A partir de los años 70 - 80 del pasado siglo XX, una corriente científica básicamente feminista, planteó que los problemas de salud eran fundamentalmente sociales.

Carme Valls-Llobet, en su libro "Mujeres, salud y poder", habla de tres reglas del patriarcado en el campo de la salud:
  1. Naturalización de la diferencia sexual como inferioridad (masculino: agresividad, poder y dominancia; femenino: pasividad, sumisión y debilidad).
  2. Fragmentación del cuerpo y de la experiencia (no se ve el cuerpo como un todo relacionado).
  3. Objetualización de los sujetos (las personas, especialmente las mujeres, son convertidas en objetos de mercado).
Está comprobado que hay diferencias por cuestión de género: las mujeres tienen más problemas de inflamaciones, dolores o cansancio. En general, enfermedades crónicas. Los hombres, sin embargo, presentan más enfermedades agudas.

Y por cuestión de sexo: así, por ejemplo, las mujeres metabolizamos más lentamente el alcohol, por presentar cantidades inferiores de la enzima que lo metaboliza, por lo que, a igual cantidad de alcohol, los efectos (y la intoxicación derivada del abuso) sobreviene antes.


 CONCLUSIÓN:

La salud tiene género: se enferma de diferente manera en función del rol social que se juegue y del sexo biológico que se tenga.



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